Amsterdam, desde otro punto de vista
La holanditis aguda comenzó el viernes a primera hora. Apenas eran las 6 de la mañana cuando la mitad del grupo tomaba un vuelo desde Madrid con EasyJet, mientras el resto (salvo alguna excepción) volaba desde Barcelona con Vueling.
Poco después de las 9 nos reuníamos en Schiphol para dirigirnos al hotel e instalarnos. La opción elegida en la capital holandesa fue el moderno CitizenM, cuyas habitaciones se podrían calificar como espectaculares y casi psicodélicas, con luces de colores en la ducha y un mando que lo controla todo, desde la TV hasta la persiana, pasando por la iluminación o el despertador. ¿Wifi gratis? ¡Eso ni se pregunta!
Para el paseo matutino por Amsterdam nos dividimos en dos grupos, que harían recorridos diferentes... entre si y respecto de los circuitos habituales para los turistas. La idea, vivir Holanda como los holandeses.
Mi grupo se dirigió al barrio De Pijp, zona residencial en la que se produjo una de las primeras expansiones de la ciudad. Nuestra guía nos contó la historia de Amsterdam y sus canales, de cómo evolucionó el urbanismo con el paso del tiempo y de los distintos tipos de arquitectura utilizados.
Después de visitar el mercadillo de Albert Cuyp comimos en el cercano Bazar, un concurrido restaurante de comida árabe.
Tras el café, nos dirigimos al centro para unirnos al otro grupo (que había visitado el Westerpark y comido en el original Culinaire Wekplaats) y hacer un crucero. Resulta curioso poder recorrer el centro de una ciudad y sus lugares de interés turístico desde un barco.
Durante el viaje, más información sobre Amsterdam, cómo sus ciudadanos le fueron ganando terreno al mar o algún dato curioso, por ejemplo, que la estación central está edificada ¡sobre 9.000 palos de madera!
A continuación dimos un paseo hasta llegar a Brasserie Harkema, donde cenamos (muy bien, por cierto) antes de visitar el Museo Van Gogh. ¿Típico? Podría serlo de día, pero los responsables de la Oficina de Turismo y Congresos de Amsterdam quisieron mostrarnos su otra cara, la de los viernes por la noche cuando permanece abierto hasta las 22h e incluye música y una barra de bar.
Al salir de allí, una pequeña dosis de... holanditis nocturna y a dormir, que el sábado por la mañana nos esperaban las bicis. ¿Qué mejor forma para visitar el centro?
Despacio, e intentando no provocar accidentes demasiado graves, pedaleamos por el casco histórico de Amsterdam, sin frenos convencionales, rodeando sus canales y visitando curiosas tiendas. A mediodía repusimos fuerzas en el Mazzo, esta vez nos habíamos ganado la comida.
Por la tarde cogimos el tren hacia Leiden, nuestro próximo destino. Pero esa historia tendrá que esperar a un nuevo post.
Más fotos en http://picasaweb.google.com/marcos.gil.fuertes/Holanditis
2 comentarios
DARIO -
Elena -